Cocinándole con amor (Miyavi)

Afuera la lluvia caía copiosamente, apenas se podía abrir los ojos. Kai traía a Miyavi corriendo de la mano, sin siquiera soltarlo sacó las llaves y se apresuró a abrir la puerta de la casa.

-¡ya estoy acá!-gritó a todo pulmón, sólo se escuchó el eco de las paredes solitarias-no hay nadie-agregó feliz, estamos empapados, tendremos que cambiarnos de ropa-nuevamente llevó a Myv arrastrándolo hacia su habitación

A lo lejos apenas se podía ver las siluetas de Kai y Miyavi corriendo hacia la casa del primero, completamente empapados por la lluvia que caía en abundancia. Cuando llegaron a la casa, entraron en esta a los pocos segundos en los que tardó Kai en abrir la puerta para que pudiésemos pasar.

Rió suavemente al escuchar el saludo de Kai, pero por lo que se veía no había nadie en la casa. Se pasó una mano por la cara para apartarse el flequillo de ella y no tropezar contra las paredes.-De acuerdo, pero tendrás que prestarme ropa .-dejó que Kai le arrastrase hasta su habitación, observando rápidamente por donde pasaban, curioso por saber como era su casa.

-Umm... aunque tendremos un problema-dijo Kai abriendo su ropero- tú eres más alto que yo... bueno, por lo menos no te resfriarás, mi querido Miyavi-lo último lo dijo arrastrando las letras seductoramente. Le pasó a Miyavi unos pantalones sueltos y una camiseta.-Puedes ir al baño a cambiarte o si quieres... acá-le guiñó un ojo y se dio vuelta para buscar lo que él se pondría. Eligió unos pantalones negros, una camiseta holgada fucsia, quería color hoy y sus zapatillas para andar por casa.

Rió de nuevo, colocándose detrás de él y miró el ropero de Kai por encima de su hombro, observando las prendas que le elegía y las otras prendas que había allí dentro, curioso.

-Eres muy amable Kai-kun.-dijo con una dulce sonrisa y le dió un beso en la mejilla, aún en la misma posición. Cogió la ropa que le tendió, que simplemente consistían en una camiseta y unos pantalones sueltos. Ni corto ni perezoso se quedó en la habitación y se quitó primero la camiseta azul eléctrico que llevaba hoy, para después los pantalones vaqueros. Se vistió con la ropa que le había prestado Kai y después cogió la ropa mojada entre las manos.-¿qué hago con ella?

Kai instantaneamente cerró la boca y pestañeó seguido.

-Etto... ah, dámela a mí que la pongo en la secadora-le respondió mientras se desabrochaba su camisa- por mientras puedes ir a ver tele o ponerte abrigadito al lado de la estufa, ya voy yo a preparar la comida

Se dio media vuelta y siguió sacándose la ropa. Le encantaba la lluvia, siempre había tenido el deseo de ser besado bajo ésta, con esos pensamientos seguía quitándosela sin saber siquiera si Miyavi se había ido de la habitación.

Sonrió agradecido y fue a salir de la habitación para bajar a la planta de abajo cuando se dió la vuelta. Vió a Kai empezar a sacarse la ropa, cosa que no pudo evitar ver. Observó desde su posición la espalda del chico y sintió como su rostro se ruborizaba. Movió la cabeza y sin hacer ruido, bajó las escaleras rumbo al salón. Llegó a este y se acercó a la estufa, sentándose después en un sofá que había justamente al lado de esta y subió las piernas en él. Abrazó sus rodillas, sintiendo como el calor que desprendía la estufa le calentaba completa y mientras esperaba a que Kai bajara, cerró los ojos pensando para ver si se le ocurría alguna letra nueva para su nuevo disco.

Kai bajó las escaleras silenciosamente, vio a un ángel dormir en su sillón y no pudo evitar sonreir embobado. Se acercó hacia él y vio que aún tenía frío, sus labios estaban algo azules. Se acercó doblando un poco su cuerpo hasta quedar con su cara frente a la de él y besó sus labios suavemente, un segundo. Haciendo que Miyavi abriera sus ojos de inmediato y su cara, incluido los labios, tomaran un tono rosa adorable.

-Así está mejor-dijo Kai enderezándose y se fue rumbo a la cocina para empezar a preparar la comida. Con mucho amor puesto en ello.

Seguía sumido en sus pensamientos, sin abrir los ojos cuando sintió como lo besaban, un suave roce sobre sus labios. Abrió los ojos de inmediato, con sorpresa y en unos segundos su rostro se volvió de color rosa, completamente ruborizado por lo ocurrido.

Sonrió suavemente al oir el comentario de Kai y observó por donde se iba, suponiendo que se dirigió a la cocina. Sintiendo su cuerpo ya con la temperatura adecuada, se levantó del sofá y se dirigió a la cocina; apoyándose en el marco de la puerta para observar a Kai preparar la comida.

Kai se dispuso a sacar la sopa que mantenía congelada, pues en la mañana había hervido por más de 4 horas las verduras, para la cita con Miyavi. Echó a cocer un trozo de cerdo con salsa roja y saque para preparar la salsa. Ahora tenía que picar un cebollín verde para agregar a la sopa con la salsa. Estaba tan sumido en sus pensamientos, que ni siquiera sintió que Miyavi lo observaba. Sólo quería esmerarse lo más posible para conquistar a Miyavi esa noche.