Un Nuevo Amanecer (Kanon)

Se dió vueltas entre las sábanas ajenas que rodeaban su cuerpo, había dormido con ropa y el sol le pegaba de lleno en la cara. Se sobo los ojos con una de sus manos, le dolía la cabeza y se sentía más cansado de lo habitual.

-¿Qué hora es?- susurró para si mismo, tratando de mirar a su alrededor. Giró sobre si mismo y noto la puerta del cuarto cerrada... una puerta que no era la suya. Fue ahí cuando noto que no se encontraba en su habitación, que no había dormido en su cama, y que se encontraba en el cuarto de Kanon.

-Dios...- dijo sentándose en la cama, recordando todo lo que había pasado el día anterior.

Despertó mucho más tranquilo, el mal humor se había esfumado y estaba listo para hablar con Miku, lo que no sabía era si el rubio querría hablar con él, se sentía un poco culpable, le había dicho cosas tan horribles, que dudaba que el vocalista lo perdonara, a veces era realmente un idiota, suspiró frustrado y salió de la habitación el más bajo para ir a la suya propia.

Trató de abrir la puerta de su habitación, pero estaba con seguro, sólo podía ser el vocalista quien estaba ahí; tocó la puerta suavemente, para tratar de no despertar a los demás en la casa, esperaba aunque Miku le abriera pronto y que pudieran hablar, sin tener que levantar la voz. Esperó sólo un par de segundos y tocó una vez más pero un poco más fuerte.

-Miku...

El corazón se le detuvo cuando la voz de Kanon se escucho a través de la puerta. Los nervios le invadieron el cuerpo y su respiración se agito, recordo todas aquellas cosas que el bajista le había dicho... ¿era así como lo veía su mejor amigo? Suspiró, no podía quedarse ahí sentado sin hacer nada, debía moverse...

Se levantó de la cama y camino dudoso hacía la puerta, trago saliva antes de sacar el pestillo y abrir la puerta, encontrándose con el bajista. -Kanon-chan...- susurró.

Se alivió micho cuando Miku le abría la puerta, y sintió su corazón brincar cuando el vocalista lo llamó de manera tan amable, él de verdad se esperaba una cachetada, esa una basura, no...no se merecía que el más bajo lo quisiera tanto.

-¡Miku...!- no pudo soportarlo más, abrazó a su amigo mientras reprimía sus ganas de llorar, Miku se merecía ser feliz, merecía que alguien lo quisiera y definitivamente no se merecía todas las tonterías que le había dicho el bajista el día anterior, había sido sumamente cruel y se verdad estaba arrepentido.

-Perdón...perdóname por ser un imbécil ayer...perdón...- le suplicaba.

Kanon lo abrazó de súbito antes de que alcanzara a decir algo, sintió sus mejillas arder, se sentía avergonzado y algo apenado por lo que había pasado el día anterior. No era fácil olvidar palabras tan fuertes, pero Miku sabía que él también había actuado mal.

Abrazó al bajista, rodeando su cintura con sus brazos, sintiéndo lágrimas en sus ojos, odiaba las peleas, odiaba las discuciones, no había nada que le descompusiera más el ánimo que pelear con sus amigos. Y el hecho de haber discutido con Kanon de la manera en que habían discutido lo había dejado muy mal.

Su mejor amigo le rogaba perdón y el vocalista no pudo reprimir más las lágrimas, y comenzó a llorar, abrazando con más fuerza al mayor.
Trató de hablar, pero solo sollozos salieron de sus labios. Porque independiente de todo, Kanon aún se preocupaba por él, Kanon aún lo quería... y Miku no podía estar enojado con él. El pequeño amaba demasiado a su mejor amigo.

No se esperaba eso, esperaba que Miku le reprochara un poco su actitud, pero en vez de eso sólo lo abrazó y al poco rato comenzó a llorar, ¿qué clase de monstruo era el bajista que hacía llorar a una persona tan linda como el rubio?, ¿por qué Miku le aguantaba tantas cosas?, no se lo merecía en verdad. Él también quería llorar, pero no...tenía que ser fuerte para su pequeño y lo abrazó con más fuerza y le besó la mejilla mientras se dedicaba a limpiar sus lágrimas.

-Soy un idiota...perdóname por favor...no tienes que llorar por mis idioteces, no lo merezco Miku.- le besó la frente cuando ya había secado todas las lágrimas, pero nuevas amenazaban con salir.- las cosas que dije ayer...yo...lo dije porque estaba molesto Miku, no creo esas cosas y las dije sólo porque quería lastimarte...yo...perdón.- volvió a suplicar por el perdón del rubio, y sabía que éste era tan bueno que lo perdonaría, pero perdonarse él mismo...eso no sería tan fácil.

-No volverá a pasar.- dijo casi como una promesa, muy serio.- te quiero Miku...daría lo que fuera por ti...lo sabes ¿verdad?

Los labios del bajista rozaron sus mejillas, limpiando aquellas lágrimas tibias que aún corrían por su rostro, Miku sentía su cara arder, el roce... el toque de aquellos labios le podía hacer olvidar cualquier cosa. Incluyendo todo lo que había pasado el día anterior.
Cualquier persona sería incapaz de olvidar, pero el vocalista era diferente, si hubiera sido otra persona... Miku ni siquiera le hablaría, y probablemente se hubiera llevado un golpe. Pero Kanon, él era diferente, era parte de su familia... y lo que menosquería el menor era perder otra familia por peleas estúpidas.

Los labios viajaron hasta su frente, y el vocalista aún seguía sin articular palabra. Sólo escuchaba lo que el bajista le decía asintiendo de vez en cuando y cerrando los ojos, tratando de sonreír, aunque no pudiera realmente.
-Lo sé- susurró finalmente cuando logro sacar voz. -Sé que estabas molesto... yo también lo siento, actue como un idiota anoche...- suspiró aún abrazando el delgado cuerpo de su amigo.

-Yo te a...- se detuvó antes de completar la frase, había estado a punto de decir palabras que no debían escapar. Palabras casi prohibidas... -Yo también te quiero Kanon- se acercó lentamente y unió su boca con la del bajista por unos segundos, fue un beso corto, tierno y sin otras intenciones más que la de demostrarle a su amigo cuanto lo quería y necesitaba. -Lo sé... Yo no sé que haría sin ti- susurró luego de separar sus labios.

Miku se disculpó con él aunque en realidad no tenía que hacerlo, el pequeño sólo había querido que el bajista lo acompañara y lo comprendiera, y en vez de eso, Kanon no había tratado mal y le había dicho cosas horribles, sólo una perdona debía disculparse, y no era el rubio.

El vocalista estuvo a punto de decirle cosas que cambiarían aquella situación, pero pareció arrepentirse en el último momento, diciéndole que lo quería mucho y dándole un beso después; ese beso confundió totalmente a Kanon, había podido sentir el amor, pero no estaba seguro de cómo reaccionar ante eso, por suerte, no había durado demasiado, pero la expresión de confusión del bajista sí duró un poco más.

-Yo...- se concentró, tal vez aquel beso sólo había sido una muestra de su cariño por él.- jamás voy a dejarte Miku...ya te lo he dicho.- y era verdad, aunque el rubio se molestara con él, iba a seguir cuidándolo, porque eran familia. En un acto impulsivo le devolvió el beso, muy corto y muy suave, al igual que el del más bajo, después lo miró a los ojos.- voy a cuidarte siempre.

Sintió sus mejillas arder de verguenza al ver la expresión que Kanon le daba, al parecer aquel beso lo había confudido o no había logrado entender el significado que Miku había querido darle. ¿Porque tenía que ser tan impulsivo a veces? ¿Acaso quería que Kanon se alejara de él por completo? No... el vocalista moriría de pena si su mejor amigo se alejaba de él. Lo que Miku más añoraba, era estar a su lado, estar con él, tenerlo cerca, hacerlo feliz... Algo que quizas el bajista no necesitaba de él.

-No me dejes nunca...- susurró ante la afirmación de su amigo. Y no había nada que lo hiciera más feliz, no quería alejarse de él nunca. Pasar el resto de sus días con su verdadera familia, era lo que el vocalista más deseaba. -Moriría si no te tuviera a ti, o al resto de la banda...- cerró los ojos cuando Kanon acercó sus labios y disfruto nuevamente de un corto beso. Los labios del bajista eran tan suaves.

Aún mantenía los ojos cerrados cuando sus labios se separaron y aquellas dulces palabras escaparon de la boca de Kanon. -¿Siempre?- preguntó sintiendo su corazón latir rapidamente.

-Nunca Miku...te lo juro.- continuó abrazando a su amigo, estar así se sentía bien, le agradaba que el rubio lo entendiera, porque el más bajo sabía del pasado de Kanon y con él no había que dar muchas explicaciones, se entendían aunque estaban en silencio.

-Siempre Miku...- bajó un poco la cabeza para hablarle al oído.- es una promesa.- después de eso le besó tiernamente la mejilla, para cerrar su pacto y continuó abrazándolo; Kanon jamás rompía sus promesas, así que estaría siempre para el vocalista, aunque a veces se gritaran y se molestaran entre ellos, aunque a veces quisieran agarrarse a golpes o matarse, el bajista no iba a dejar de quererle y jamás lo dejaría solo, mucho menos...desprotegido.

Miró a su amigo y le sonrió, terminando de limpiar los rastros de lágrimas que quedaban sobre las sonrojadas mejillas del más bajo.

-Seguro tienes hambre...¿vamos a comer algo?

Lo único que lograron las tiernas palabras de Kanon fue tranquilizar al pequeño en sus brazos, que con un suspiro detuvo sus sollozos, ya más calmado.
Las pocas lágrimas que aún se mantenían sobre el suave rostro del vocalista fueron limpiadas por su amigo y con una sonrisa que no se le había visto en días se separó del abrazo.

-Sí, vamos- entusiasmado, entrelazo sus dedos con los del bajista, tomándolo de la mano. -¿Vamos a comer afuera? ¿A algún restaurant o algo así?- impulsivamente besó la mejilla de Kanon antes de que comenzaran a avanzar fuera de la habitación. Todo lo que había pasado había sido terrible, y Miku aún sentía una herida dentro de su desgastado corazón, pero al menos las cosas entre ellos dos ya estaban arregladas... Kanon no lo odiaba, no creía realmente todas aquellas horribles cosas que le había dicho la noche anterior, y eso era lo único que importaba.

El vocalista pareció animarse más con lo que le dijo el de cabello negro y le tomó la mano para entrelazar los dedos, lo cual le arrancó una sonrisa al más alto. Después sintió el suave beso sobre su mejilla y salieron caminando ambos aún tomados de la mano.

-Sí, iremos a desayunar fuera.- le respondió tranquilamente mientras bajaban las escaleras silenciosamente para no despertar a los demás de la casa; estaban vestidos porque ambos llevaban la misma ropa del día anterior, no habían tenido oportunidad de cambiarse, pero ya lo harían cuando regresaran.

Salieron de la casa y se montaron en el auto de Kanon, éste lo encendió y comenzó a manejar mientras pensaba a dónde podrían ir.

-¿Qué se te antoja?

Caminaron de la mano, sin soltarse, hasta llegar al auto del bajista. Miku sonrió feliz y se subió al asiento del copiloto, mientras su amigo se subía y encendía el auto.

-Tengo ganas de comer crepas con crema...- se imagino el plato y el estómago le rugio un poco, avengonzado comenzó a reír. -Ne, y quizas una malteada de chocolate- movio su mano para ponerla sobre la de Kanon nuevamente, se sentía bien... tenerlo así de cerca, Miku podía imaginarse que así serían sus mañanas todos los días si fueran pareja. Si estuvieran juntos como él quería, todas sus mañanas podían ser así de felices. -¿Tú de que tienes ganas?- preguntó.

Sonrió al oír lo que su amigo le decía, de verdad que le gustaban demasiado los dulces, el bajista simplemente no podía entender cómo era que el más bajo podía disfrutar de cosas tan dulces para el desayuno, tal vez por eso era bastante hiperactivo.

Sintió la mano del rubio sobre la suya mientras manejaba, sólo volteó suavemente y miró al más bajo para sonreírle; pensó en qué querría él, definitivamente una taza de café.

-Pues...café y pan con algo supongo, de verdad no entiendo cómo es que consumen tanta azúcar Miku...- retiró la mano para acariciarle el cabello al otro muy cariñosamente.- pero ese detalle te hace bastante lindo.

-No puedo evitarlo...- las mejillas le ardieron al sentir el cariño de Kanon y se largo a reír feliz. -Yo no entiendo como tu no comes tana azúcar, los dulces me ponen feliz, tal como el estar contigo me pone contento...- dijo sin pensar, se le había salido, así de natural se le había escapado lo mucho que le gustaba estar junto a su amigo.

Un temor lo invadió, ¿y si Kanon lo mal interpretaba? Esperaba que no, siempre tenía esa mala costumbre de decir las cosas sin siquiera pensarlas y normalmente el juego le salía en contra. Algún día tendría que decirle... era obvio, pero lo que Miku no sabía, ni estaba seguro, era cuando. Sabía que el día en que confesaría todos aquellos sentimientos que tenía por el bajista llegaría... tal ves más pronto de lo que se imaginaba.

-Ne, no te lo tomes tan en serio tampoco... muchas cosas me ponen nyappy, deberías saberlo- sonrió tratando de disimular su verguenza.

Le causaba gracia el hecho de que el vocalista no pudiera evitar el comer tantos dulces, rió suavemente al imaginarse que Miku terminaría con una panza, pero en ese caso Kanon le obligaría a hacer ejercicio todos los días. Con respecto a lo otro, estaba a punto de responderle que él también se la pasaba muy bien a su lado, pero entonces el rubio dijo eso, que le hizo fruncir un poco el ceño.

-Yo no he dicho nada...- comentó tranquilo pero rápidamente lo dejó pasar, entonces volvió a sonreír y decidió molestar al más bajo.- oye Miku...si sigues comiendo tanto dulces, vas a terminar gordo...y voy a tener que hacerte hacer ejercicio.- se rió bastante.- me amarraré un palo con un postre que le cuelgue y haré que me persigas.- volvió a reír bastante.

Se pusó rojo de verguenza al oír las palabras que su amigo le decía. ¿Gordo él? ¡Jamás! Se miro instintivamente el estómago y se lo agarro con las manos. En una de esas Kanon podía tener razón.... sintió aún más verguenza invadirle y miró por la ventana hacía la calle.

-No estoy gordo- dijo haciendo un puchero. -Y no me pondre gordo tampoco.... espero- susurró lo último riéndo, imaginándose la escena que el bajista describía. Dios, si llegaba a ese estado jamás se lo perdonaría. -¡No terminare gordo jamás!- algo traumado se volvió a mirar el estómago. -¿Me dejaras de querer si subo de peso?- preguntó como un niño pequeño volviendo a hacer un puchero, cambiado de personalidad abruptamente.

Ya sabía que Miku no estaba gordo, y en realidad dudaba que algún día llegue a estarlo, pero le divertía molestarlo simplemente. Miró a su amigo y le sonrió tiernamente, estiró su brazo para acariciarle el cabello y luego le tomó la mano de nuevo mientras seguía manejando.

-Yo siempre te voy a querer Miku, pase lo que pase...- estacionó el auto y ya estaban frente a una cafetería en donde vendían de todo y donde a Kanon le gustaba desayunar.- llegamos peque...bajemos que me muero de hambre.- bajó del auto y ayudó a Miku abriendo la puerta del copiloto.

-Gracias...- fue lo único que atino a decir, porque así se sentía, agradecido. Agradecido de tener un amigo que lo iba a querer por siempre, y que le había prometido, que no importara que pasara... estaría a su lado.

Se bajo del auto con una sonrisa que no podía sacarle nadie, porque a pesar de todo... a pesar de cualquier problema que estos dos pudieran tener, no podrían jamás de ser amigos. Volvió a tomar a Kanon de la mano, sin importarle lo que la gente en la calle pudiera pensar y entraron juntos al local. -Yo también muero de hambre, ¿sentémonos cerca de la ventana?- preguntó indicando un lugar desocupado.

Entraron de la mano al lugar donde todo el mundo conocía al bajista, algunos se sorprendieron de verlo así y otros simplemente sonrieron contentos, saludo con la mano y con la mirada a los que ahí trabajaban y se sentaron donde Miku lo había dicho.

-Yo quiero un par de empanadas de jamón, queso y pollo...y un café americano.- le sonrió al tipo que los atendía, quien era un amigo suyo además; miró al rubio esperando que éste hiciera su orden, seguro llovería azúcar encima de ellos después de que el cantante terminar de ordenar.

-Espero que vayas siempre al dentista...- comentó con una sonrisa burlona en sus labios.

Espero a que Kanon ordenara primero, y cuando fue su turno sintió nuevamente algo de verguenza, el mayor lo miraba con una sonrisa burlona. Era obvio que al bajista aún le causaba gracia que al pequeño le encantaran tanto las cosas dulces. -Etto... yo quiero crepas con crema y salsa de frambuesa porfavor,- dijo sonriendo. -Ah, y también quiero un café helado porfavor- vió como el hombre anotaba sus pedidos en una hoja y se iba.

-No seas pesado,- le sacó la lengua con burla y se largo a reír, parecía un niño malcriado haciendo ese tipo de gestos. -Voy cada vez que puedo, sabias?- debía ir, porque en algo tenía razón Kanon, talves no iba a ponerse obeso, pero ya había tenido variar caries por culpa de su vicio con la glucosa... y eso que se lavaba los dientes cada vez que podía.

Escuchó el pedido de su amigo y rió suavemente, ¿qué había pasado con su malteada de chocolate?, tal vez Miku no la había pedido ya de pura pena, pero el bajista detuvo al chico que les atendía y le pidió la malteada para el rubio.

-Me parece muy bien.- le respondió, él también iba cada que podía porque le gustaba cuidarse bastante, y tenía que cuidar su piercing también.- Miku...antes sólo te estaba molestando, no pidas algo que no deseas sólo por eso.- le sonrió a su amigo y le tomó la mano que estaba sobre la mesa.- ¿de acuerdo? ya te he dicho que te querré siempre pase lo que pase...así no tengas dientes.- después de decir eso se echó a reír, ya había fastidiado bastante a Miku.

Se sonrojó a más no poder de nuevo. ¿Es que acaso Kanon podía leerle la mente o algo así? Lo había pensado dos veces antes de pedir la malteada de chocolate que quería, pero pensó que tal ves un café sería algo más sobrio. Talves de esa manera el mayor no lo vería como el niño que a veces parecía ser. Era algo idiota, Miku lo sabía, pero siempre quería darle la mejor impresión a su amigo, aunque éste lo conociera al revés y al derecho.

-Ne, sólo quería probar el café helado, nada más...- su corazón le golpeó fuerte dentro del pecho al sentir la mano de Kanon sobre la suya. Esto era demasiado bueno para ser verdad. -Baka...- le dijo mirandolo con una sonrisa. -Te adoro, ¿sabías?- aún sonriendo no espero una respuesta del bajista, se levanto, e inclinandose sobre la mesa, juntó sus labios con los de su amigo. A diferencia del beso que le había dado en la casa, éste fue un poco más largo e inclusive, el vocalista se atrevió a mover un poco los labios. Estaba seguro que el bajista reaccionaría sorprendido o shockeado, pero aquellas impulsivas acciones, solo se producían cuando Miku estaba extremadamente feliz, triste o enojado. Rebosaba de alegría en este caso.

Notó el sonrojo de Miku y supuso que debía a lo de la malteada, pero el bajista en serio creía que el rubio no debía de privarse de lo que le gustaba sólo por él, además claramente había estado bromeando con su amigo, Kanon era muy bromista y molestoso siempre.

Asintió y estaba a punto de responderle al vocalista cuando vio con un poco de sorpresa que éste se incorporaba y se acercaba a él para darle un beso, pensó que sería como los anteriores pero no...el beso fue más largo y más atrevido; el bajista estaba tan sorprendido que no puedo reaccionar, sólo miraba sorprendido a su amigo después de que se separaron, sabía que tendría que decir algo pero no quería hacer sentir mal a Miku, sabía que el pequeño sólo lo hacía de alegría.

-Miku...hay mucha gente aquí.- le dijo claramente preocupado porque muchos les habían visto, era cierto que no habían periodistas ni nada por el estilo, pero aún así había mucha otra gente que podía hablar y los rumores siempre volaban rápido.- ten más cuidado por favor...¿sí?

Los labios de Kanon no se movieron, y tal como el vocalista lo había previsto, su amigo estaba completamente shockeado. Para variar la había cagado, y al parecer en grande, se sentó en silencio aún sintiendo la mirada fija del bajista sobre él.
¿Porqué tenía que ser tan imbécil? Pensó que quizas... si él fuera otra persona, si fuera uno de los caprichos que Kanon tenía de repente, a éste no le hubiera importado. Quizás si no fuera Miku, el vocalista de Antic Cafe, al mayor no le hubiera importado aquel beso.

-Lo siento, no....- iba a mentir, claro que se había dado cuenta, se había dado cuenta de las personas que los miraban y que se habían percatado de sus manos entrelazadas. Pero no había podido evitarlo. Antes de que pudiera decir otra cosa, sus pedidos llegaron, y el tipo que los había atendido en un principio, les puso los platos correspondientes sobre la mesa. -Que rico...- dijo algo desánimado mirando las crepas que se veían exquisitas.